La fotografía, tal y como la conocemos hoy día, no hubiera sido posible sin la aparición de la Leica, la primera cámara de 35 milímetros que hizo posible extensible una afición y permitió que estuviera al alcance de muchos.
Se cuenta que Oskar Barnack, el ingeniero alemán que diseñó el primer prototipo, era un amante de la fotografía. A ella dedicaba los fines de semana en el bosque cercano a Wetzlar, una pequeña población al norte de Francfort. Mientras soñaba con inventar una máquina portátil, de fácil manejo y con una óptica de primera calidad, cargaba con las pesadas cámaras de placas y su trípode de madera, algo realmente problemático y engorroso para un asmático como él.
Nos encuentramos en 1911. Barnack trabajaba para la empresa de material óptico de Carl Zeiss y es contratado por la competencia, la casa Leitz. Esta, que se dedicaba a la fabricación de microscopios y fue creada en 1869 por Ernst Leitz, quería diversificar su producción. Ernst Leitz II, hijo del fundador, decidió captar a los ingenieros estrella de esta región de Hesse (oeste de Alemania). Para ello eligió a Oskar Barnack y al especialista en objetivos Max Berek. Leitz II, que se hizo cargo de la empresa en solitario tras la muerte de su padre en 1920, demostró ser un empresario capaz de dar el salto desde un pequeño taller de óptica a la fabricación en serie de la primera cámara de 35 milímetros, la Ur-Leica (combinación de las palabras “Leitz” y “cámara”).
Oskar Barnack se encontraba trabajando en un exposímetro para cámaras de cine. Fue entonces cuando se le ocurrió que si duplicaba la longitud de la película obtendría un negativo de mayor tamaño que podría valer para una cámara fotográfica. En 1914 el pequeño aparato de metal para películas de 35 milímetros, con objetivo de 50 milímetros y obturador de cortina llegó a manos de Leitz hijo. Se lo llevó a un viaje a Nueva York y al regresar decidió patentarlo, demostrando ya una gran visión de futuro empresarial.
Gracias a esa patente y al espíritu visionario de Barnack y Leitz en 1923 aparece en el mercado una máquina fotográfica ligera, versátil y nueva, la Leica. De hecho, el en 1924 comienza su fabricación en serie, a pesar de las múltiples advertencias del riesgo que tal proyecto suponía en plena crisis económica, y en 1925 esa primera cámara de 35 mm, pequeña y manejable se introdujo en Alemania.
La aparición de la Leica supuso el nacimiento de una nueva era, la aparición de una herramienta accesible y cómoda. Nadie duda ya que gracias a su pequeño tamaño y a su bajo coste se hizo famosa entre los aficionados y los fotógrafos profesionales. Entre los primeros porque por fin podían pagar la tecnología, entre los profesionales por su manejabilidad y la usabilidad.
Los años veinte fueron testigos de la aparición de un nuevo campo de trabajo fotográfico. Se le daban alas al fotoperiodismo, al fotógrafo de calle, porque por fin la cámara sí podía llegar rápida y fácilmente allí donde el fotógrafo deseara, allí donde el fotógrafo estuviera, allí donde realmente ocurren las noticias...
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